Anatomía de la placenta
Durante su breve existencia intrauterina la placenta sirve de pulmones, riñones e hígado al feto. Los trofoblastos extravellosos y vellosos son los tejidos embrionarios-fetales de la interfase anatómica del componente placentario.
El componente placentario de este sistema vincula a la madre con el feto del siguiente modo: la sangre de la madre brota de los vasos uteroplacentarios y baña directamente el sincitiotrofoblasto, la superficie externa de las vellosidades trofoblasticas; la sangre fetal está contenida dentro de los capilares fetales, que recorren los espacios intravellosos de las vellosidades.
Por consiguiente, en todos los sitios de contacto directo entre célula y celula. Los tejidos de la madre (decidua y sangre) están yuxtapuestos a células extraembrionarias (trofoblastos) y no a células embrionarias o sangre fetal. Esta es una disposición de importancia extraordinaria para la comunicación entre el feto y la madre.
Las vellosidades coriónicas pueden distinguirse con facilidad en la placenta del ser humano hacia el dia 12 de la fertilización. Las vellosidades secundarias se forman cuando un cordón mesenquimatoso, que se presume derivado del citotrofoblasto, invade la columna solida de trofoblastos.
Los senos venosos de la madre son horadados en etapa temprana en el proceso de implantación, pero la sangre arterial materna no ingresa en el espacio intervelloso hasta los días 14 o 15 después de la fertilización. Hacia el día 17, los vasos sanguíneos fetales ya son funcionales, y se establece una circulación placentaria.
En un primer momento, la placenta rodea completamente el embrión, formando una envoltura de trofoblasto que empieza a invadir el estroma uterino. El saco vitelino de la placenta se localiza dentro de la cavidad celomica, que se comunica con el embrión en desarrollo a través del tallo vitelino y sus correspondientes vasos. Esta es una estructura transitoria que se reemplazada posteriormente por la placenta corioalantoidea definitiva. Se forma por el crecimiento de estroma alantoideo y vasos el embrión (precursor del cordón umbilical) hacia la placa coriónica.
En el interior de las vellosidades en desarrollo se forman vasos sanguíneos fetales, lo que da lugar a las vellosidades coriónicas. La placenta corioalantoidea rodea al embrión en desarrollo, pero dos tercios de la misma regresan hacia las 9-12 semanas de gestación, dando lugar al corion liso, mientras que el restante, al que se une el cordón umbilical, continúa desarrollándose para dar lugar a la placenta definitiva o corion frondoso.
Hacia las doce semanas se puede visualizar fácilmente la placenta definitiva en las ecografías; presenta un aspecto grisáceo y granular. A las vellosidades se les llama placentoma, cada placentoma está perfundido por una arteria espiral central de origen materno.
El cordón umbilical debe insertarse en la parte central del disco, pudiendo visualizarse en la pared uterina opuesta el corion liso en proceso de regresión. Normalmente, el amnios se fusiona con el corion hacia la duodecima semana de gestación. Una vez completado el primer trimestre son poco frecuentes las amenazas de aborto o las hemorragias vaginales benignas.
En el segundo trimestre la placenta ha alcanzado ya un aspecto maduro en las ecografías y debe presentar una textura homogénea y uniforme, el aumento de líquido amniótico da lugar a la fusión del corion y amnios.
Entre las 18 y 20 semanas de gestación la placenta mide aprox 12×2,5cm, se considera anormal un espesor placentario mayor a 4 cm antes de las 24 semanas. Las contracciones uterinas pueden aumentar el espesor de la placenta de manera benigna y transitoria.
El blastocisto cuando se implanta en el endometrio envía proyecciones digitiformes denominadas vellosidades coriónicas, en respuesta a esto todo el endometrio experimenta una reacción decidual, la mayoría de estas vellosidades y de la decidua se atrofia hacia finales del primer trimestre pero el corion frondoso y la decidua basal adyacente que contactan con el margen proliferativo del saco gestacional proliferan para formar la placenta.
Cuando mejor se aprecia es en posición fundica, anterior o lateral; en posición posterior el feto suele interponerse impidiendo la completa visualización.
Cuando el cordón umbilical se inserta en el centro de la placenta, es el lugar para medir el grosor de la placenta, se considera normal de 2 a 4 cm de grosor en el segundo y tercer trimestre.
La apariencia de la placenta varía a lo largo de la gestación. La ecogenicidad uniforme habitual se define como grado 0, el grado 1 lo constituyen pequeñas calcificaciones puntiformes generalmente después de las 30 semanas. El grado 2 aparecen calcificaciones de mayor tamaño a lo largo de la membrana bacilar después de las 32 semanas. El grado 3 supone calcificaciones mayores y más extensas las cuales separan la placenta en áreas llamadas cotiledones, después de las 34 semanas.
Artículo escrito por el Dr. Roberto Elvir