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A pesar de la dificultad que conlleva la exploración ecográfica del páncreas, la ecografía abdominal continúa siendo la exploración de elección inicial en los pacientes con sospecha de patología pancreática. Además, aunque la localización retroperitoneal profunda del páncreas dificulta su estudio, los importantes avances técnicos que ha experimentado la ecografía en los últimos años la han convertido en una técnica de reconocido valor en el estudio de las enfermedades pancreáticas. Desde la introducción de las imágenes armónicas, la imagen ecográfica es de mayor calidad e identifica mejor las lesiones. El estudio ecográfico mediante doppler color también ha contribuido a una mejor caracterización de las lesiones del páncreas atendiendo al tipo de vascularización, pero es la introducción de los contrastes ecográficos lo que ha convertido a la técnica en una exploración que ofrece una elevada sensibilidad y especificidad en el estudio de las masas pancreáticas. Varios estudios prospectivos han demostrado que la sensibilidad de la ecografía con contraste para el diagnóstico de masas pancreáticas alcanza el 85 %, con una especificidad que supera el 90%. Esta técnica es la única que permite un estudio en tiempo real y una evaluación continua del patrón de captación. Actualmente se utiliza el SonoVue (Bracco, Milán, Italia), un contraste de segunda generación constituido por microburbujas de hexafluoruro de azufre recubiertas por una capa de fosfolípidos que tiene un elevado perfil de seguridad. Se trata de un contraste intravascular que no difunde al intersticio, a diferencia de los contrastes que se utilizan en la tomografía computarizada (TAC) y en la resonancia magnética (RM), y permite, trabajando con un bajo índice mecánico, estudiar la microvascularización de las lesiones pancreáticas.Tras la inyección de contraste (2,4 ml de SonoVue seguido de 5-10 ml de suero salino fisiológico) el realce del páncreas comienza inmediatamente después que el de la aorta. Después de esta fase arterial, que es muy precoz (10-30 segundos), comienza la fase venosa (30-120 segundos), seguida por la fase tardía o sinusoidal (>120 segundos). Se debe estudiar el comportamiento de la masa tras la llegada del contraste y compararlo con el parénquima pancreático adyacente. Tras la valoración del páncreas, en la fase tardía y aprovechando el mismo bolo de contraste, es recomendable explorar el parénquima hepático para estudiar la posible existencia de metástasis hepáticas, que se visualizan como lesiones en las que se ha producido un lavado de contraste y aparecen hipocaptantes respecto al parénquima circundante.

Las masas pancreáticas, al igual que sucede en cualquier otra localización, pueden ser de naturaleza benigna o maligna, pero esta clasificación adquiere, si cabe, una relevancia especial cuando nos referimos al páncreas ya que el concepto de malignidad conlleva en este caso un pronóstico muy negativo. De hecho, la neoplasia pancreática más frecuente, el adenocarcinoma ductal, sólo es resecable en el momento del diagnóstico en el 10-15% de los pacientes.Dentro de las masas pancreáticas benignas, la más frecuente es la debida a pancreatitis crónica, de tal forma que en la práctica clínica habitual el diagnóstico diferencial al que nos vamos a enfrentar con mayor frecuencia es la diferenciación entre pancreatitis crónica y cáncer de páncreas.

A pesar de la dificultad que conlleva la exploración ecográfica del páncreas, la ecografía abdominal continúa siendo la exploración de elección inicial en los pacientes con sospecha de patología pancreática. Además, aunque la localización retroperitoneal profunda del páncreas dificulta su estudio, los importantes avances técnicos que ha experimentado la ecografía en los últimos años la han convertido en una técnica de reconocido valor en el estudio de las enfermedades pancreáticas. Desde la introducción de las imágenes armónicas, la imagen ecográfica es de mayor calidad e identifica mejor las lesiones. El estudio ecográfico mediante doppler color también ha contribuido a una mejor caracterización de las lesiones del páncreas atendiendo al tipo de vascularización, pero es la introducción de los contrastes ecográficos lo que ha convertido a la técnica en una exploración que ofrece una elevada sensibilidad y especificidad en el estudio de las masas pancreáticas. Varios estudios prospectivos han demostrado que la sensibilidad de la ecografía con contraste para el diagnóstico de masas pancreáticas alcanza el 85 %, con una especificidad que supera el 90%.Esta técnica es la única que permite un estudio en tiempo real y una evaluación continua del patrón de captación. Actualmente se utiliza el SonoVue (Bracco, Milán, Italia), un contraste de segunda generación constituido por microburbujas de hexafluoruro de azufre recubiertas por una capa de fosfolípidos que tiene un elevado perfil de seguridad. Se trata de un contraste intravascular que no difunde al intersticio, a diferencia de los contrastes que se utilizan en la tomografía computerizada (TAC) y en la resonancia magnética (RM), y permite, trabajando con un bajo índice mecánico, estudiar la microvascularización de las lesiones pancreáticas. Tras la inyección de contraste (2,4 ml de SonoVue seguido de 5-10 ml de suero salino fisiológico) el realce del páncreas comienza inmediatamente después que el de la aorta. Después de esta fase arterial, que es muy precoz (10-30 segundos), comienza la fase venosa (30-120 segundos), seguida por la fase tardía o sinusoidal (>120 segundos). Se debe estudiar el comportamiento de la masa tras la llegada del contraste y compararlo con el parénquima pancreático adyacente. Tras la valoración del páncreas, en la fase tardía y aprovechando el mismo bolo de contraste, es recomendable explorar el parénquima hepático para estudiar la posible existencia de metástasis hepáticas, que se visualizan como lesiones en las que se ha producido un lavado de contraste y aparecen hipocaptantes respecto al parénquima circundante.

Las masas pancreáticas, al igual que sucede en cualquier otra localización, pueden ser de naturaleza benigna o maligna, pero esta clasificación adquiere, si cabe, una relevancia especial cuando nos referimos al páncreas ya que el concepto de malignidad conlleva en este caso un pronóstico muy negativo. De hecho, la neoplasia pancreática más frecuente, el adenocarcinoma ductal, sólo es resecable en el momento del diagnóstico en el 10-15% de los pacientes. Dentro de las masas pancreáticas benignas, la más frecuente es la debida a pancreatitis crónica, de tal forma que en la práctica clínica habitual el diagnóstico diferencial al que nos vamos a enfrentar con mayor frecuencia es la diferenciación entre pancreatitis crónica y cáncer de páncreas.

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