Infecciones del tracto urinario
Las infecciones del tracto urinario (ITU) son una patología frecuente que se da en todas la franjas de edad y en ambos sexos, si bien existe un claro predominio de su prevalencia en el sexo femenino, teniendo especial vinculación en este grupo con las relaciones sexuales, historia de ITU previas, diabetes mellitus (DM) e incontinencia urinaria. Esta mayor frecuencia comienza a disminuir a partir de los 60 años y se iguala aproximadamente en los 85, sobre todo por la existencia de patología prostática que favorece la existencia de un residuo vesical postmiccional con el consiguiente aumento del riesgo de infección de esta orina.
El diagnóstico de infección del tracto urinario conlleva la existencia de una clínica y hallazgos de laboratorio, siendo pues, un diagnóstico puramente clínico, sin necesidad de pruebas de imagen . Entre las pruebas de laboratorio es indispensable la presencia de un análisis de orina con bacteriuria (patógenos en orina) en valores > 104-5 UFC/ml, a la cual se puede asociar leucocitosis. El urocultivo con resultado positivo mostrará en aproximadamente un 90% el aislamiento de E.Coli.
Las ITU podemos clasificarlas en función de si afectan a vías bajas (cistitis-uretritis) o altas (pielonefritis). Es necesario valorar en que situaciones la realización de una ecografía renal en una PNA está indicada. La justificación de solicitar una prueba de imagen en el estudio de la PNA es descartar la presencia de alteraciones anatómicas, signos de obstrucción (con o sin litiasis) o abscesos renales. Entre las alteraciones anatómicas, destaca por su frecuencia la existencia de una duplicación del sistema pielocalicial. Se trata de la anomalía congénita más frecuente de la vía urinaria, con una incidencia del 0.5-10% (22) en la que el polo superior e inferior drenan a través de sistemas diferentes que pueden ser independientes cada uno con su propio uréter hasta vejiga (duplicación completa) o unirse en el trayecto y drenar en un uréter único (duplicación incompleta). Independientemente, esta malformación predispone al reflujo y a la posibilidad de obstrucción de la unión pieloureteral. La obstrucción del tracto urinario por una litiasis conlleva un aumento del riesgo de infección de la orina retenida que ecográficamente se representa por presencia de ecos en el interior del líquido y que llamamos pionefrosis. El absceso renal tiene la apariencia ecográfica de una lesión redondeada, hipoecoica o anecoica, con ecos en su interior y rodeada por paredes gruesas. Tanto el absceso renal como la pionefrosis son indicaciones de actitud invasiva.
Comentario:
En este artículo podemos observar que si bien el ultrasonido no es indispensable para valorar una infección del tracto urinario ya que el diagnóstico se hace por clínica, es necesario realizar la ecografía renal en casos específicos para realizar diagnóstico diferencial y dar un manejo adecuado por lo que sigue siendo un estudio necesario y que brinda a detalle características específicas de las diferentes patologías renales.