La ecografía fetal en el segundo trimestre: interés para el cirujano pediatra
La ecografía prenatal es un procedimiento muy común de control fetal, es bien conocida su utilidad, indicaciones, beneficios y riesgos. De toda la información que proporciona la ecografía durante el embarazo, lo que más interesa al cirujano pediatra es el estudio de la anatomía fetal del 2º trimestre para la detección de malformaciones congénitas. Según las recomendaciones, la mejor evaluación estructural del feto se realiza entre las 16ª y 24ª semanas de edad gestacional (SEG), por lo que normalmente se suele citar a la embarazada en torno a la 20ª SEG.
Los objetivos que nos planteamos son: conocer la incidencia de las malformaciones congénitas detectadas con la ecografía de la 20ª SEG en nuestro Hospital, saber cuántos de estos diagnósticos se confirman al nacimiento y cuál es la utilidad de esta prueba diagnóstica a la hora de informar a los padres.
El estudio es observacional, descriptivo transversal y retrospectivo. Se revisan todos los informes de las ecografías prenatales correspondientes al 2º trimestre de gestación de los fetos examinados en nuestro hospital durante el período comprendido entre enero de 2005 y julio de 2009. De cada historia recogemos las alteraciones ecográficas, la edad materna y gestacional. Apartir de dicho examen, anotamos la evolución de los hallazgos en los fetos y el número de abortos espontáneos y voluntarios que se producen. Por último, se comprueba el diagnóstico en las historias de los neonatos.
De los 10.256 informes ecográficos revisados en torno a la 20ª semana (20,31 ±1,52 DE), encontramos 638 con alteraciones ecográficas (6,22%), de las cuales 296 corresponden a patología susceptible de tratamiento quirúrgico pediátrico general (46,7% y 2,8% del total de la muestra). Sin embargo, solo podemos acceder a 209 de las historias de las gestantes (71,62% y 2% del total de la muestra). La edad materna varía desde los 16 hasta los 45 años (30,46 ±5,5). Entre los defectos encontrados, podemos distinguir (Tabla I): 182 malformaciones urológicas (85,44%); 13 digestivas (6,1%), 6 torácicas (2,8%), 6 fetos polimalformados (2,8%), 4 malformaciones maxilofaciales (1,88%), 1 teratoma sacrococcígeo (0,47%) y 1 quiste de cordón umbilical (0,47%). De estos 209 casos, 7 embarazos terminan en aborto y otros 7 en IVE. Los hallazgos ecográficos en los fetos abortados son: 2 fetos muertos, 1 polimalformado, 1 con dilatación piélica bilateral y otro, unilateral, otro con intestino hiperrefringente acompañado de oligoamnios y dilatación ventricular cerebral y, por último, 1 feto con cardiomegalia, ascitis e hidrotórax. En los embarazos que terminan en IVE, la ecografía muestra 2 hernias diafragmáticas, 1 de ellas con displasia renal, 1 sospecha de atresia duodenal asociada a cardiopatía, 1 síndrome de Down, 1 polimalformado, 1 feto con el tórax estrecho y el último, con labio leporino, fisura palatina y malposición de los pies.
Las anomalías estructurales representan la primera causa de muerte prenatal (20-25%) y están relacionadas con una alta morbilidad neonatal y postnatal. Se ha visto que la ecografía durante el embarazo puede reducir el índice de mortalidad perinatal, principalmente a través de la interrupción de las gestaciones en las que se han diagnosticado malformaciones congénitas, pero no parece reducir el índice global de morbilidad perinatal.
Aun reconociendo la utilidad de la ecografía prenatal para la detección de defectos congénitos, los falsos positivos y la evolución favorable en un alto porcentaje de fetos nos debe hacer ser prudentes al asesorar a los padres sobre la decisión de proseguir con el embarazo, o de tomar otras determinaciones en cuanto al momento del parto o la actuación sobre el feto.
Comentario:
Como bien se comenta en el artículo se puede apreciar que el ultrasonido es un método de escrutinio para valorar malformaciones en el 2do trimestre y considerar si es un embarazo viable y tomar la mejor decisión tanto médica como desde el punto de vista familiar ya que, la ecografía durante el embarazo puede reducir el índice de mortalidad perinatal, principalmente a través de la interrupción de las gestaciones en las que se han diagnosticado malformaciones congénitas, pero no parece reducir el índice global de morbilidad perinatal.