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Enfermedad litiásica biliar

Enfermedad litiásica biliar

La litiasis biliar es la formación de concreciones sólidas en la vesícula o vías biliares, como resultado de alteraciones en la composición de la bilis y la motilidad de la vesícula biliar.

En ocasiones, la litiasis biliar no presenta síntomas y su diagnóstico es incidental. Es una enfermedad común que afecta principalmente a mujeres y constituye entre el 5% y 15% de la población.

Tipos de cálculos biliares:

  1. Cálculos de colesterol: Son los más prevalentes, compuestos principalmente de colesterol y un 15% son radiopacos. Su formación se debe a la composición alterada de la bilis, nucleación de cristales de colesterol, dismotilidad vesicular, factores genéticos, inactividad física, presencia de síndrome metabólico, obesidad, diabetes mellitus tipo 2, dislipidemia y edad avanzada.
  2. Cálculos pigmentarios negros: Representan el 20-30% de los cálculos biliares y el 60% son radiopacos. Tienen una consistencia muy dura y se asocian comúnmente con cirrosis.
  3. Cálculos pigmentarios marrones: Compuestos por bilirrubinato de calcio y palmitato cálcico, representan menos del 30% de los cálculos. Son radiolúcidos, de consistencia blanda, se localizan intrahepáticamente y están asociados con parasitosis de las vías biliares.

La colelitiasis, presencia de cálculos en la vesícula biliar, es generalmente asintomática y su diagnóstico suele ser incidental, a menudo confirmado por ecografía abdominal, donde se aprecian cálculos como ecos fuertes con sombra posterior que se movilizan con cambios posturales. Cuando se presentan síntomas, estos suelen ser leves, como cólico biliar. La migración de los cálculos a la vía biliar puede conducir a coledocolitiasis y aumentar el riesgo de pancreatitis.

Cuadro clínico y complicaciones:

La manifestación más frecuente es el cólico biliar, desencadenado por la movilización de los cálculos o barro biliar hacia el conducto cístico, causando una obstrucción transitoria. Se deben considerar diagnósticos diferenciales con patologías coronarias, pépticas, esofágicas y síndrome de intestino irritable. El tratamiento inicial incluye reposo intestinal y analgesia adecuada. En casos recurrentes o complicados, se recomienda la colecistectomía.

La colecistitis calculosa aguda ocurre cuando el conducto cístico está completamente obstruido, lo que aumenta la presión intravesicular y puede llevar a isquemia parietal y a infecciones biliares secundarias.

  • Colecistitis aguda leve: Pacientes sin comorbilidades, sin disfunción orgánica y con cambios inflamatorios leves en la pared vesicular.
  • Colecistitis aguda moderada o grado II: Presenta inflamación local significativa, leucocitosis, masa palpable en hipocondrio derecho y síntomas superiores a 72 horas.
  • Colecistitis aguda grave o grado III: Se caracteriza por disfunción orgánica, shock, confusión, coagulopatía y trombocitopenia.

En el caso de la colecistitis calculosa crónica, se observan síntomas como distensión abdominal y dolor sordo en hipocondrio derecho o epigastrio, que pueden irradiarse a la escapula derecha. Ecográficamente, la vesícula presenta un tamaño reducido y engrosamientos difusos circunscritos en la pared, además de ecos fuertes en su interior.

Otras complicaciones relacionadas:

El íleo biliar, que se presenta como una obstrucción del tubo digestivo por impactación de un cálculo biliar, es más común en mujeres mayores de 65 años con antecedentes de colecistitis crónica. En la tomografía computarizada, es frecuente observar aerobilia debido a la fístula bilioentérica, requiriendo tratamiento quirúrgico.

El síndrome de Mirizzi se refiere a la impactación de un cálculo en el conducto cístico, lo que puede llevar a una obstrucción extrínseca del conducto hepático, causando colangitis y fistulas biliobiliares.

La colangitis aguda, una infección ascendente de la vía biliar, puede generar manifestaciones sistémicas graves y se asocia comúnmente con obstrucción de la vía biliar. El tratamiento incluye antibióticos sistémicos como cefalosporinas o quinolonas.

  • Colangitis grado I o leve: Sin disfunción orgánica y buena respuesta inicial al tratamiento.
  • Colangitis grado II o moderada: Sin disfunción orgánica pero con mala respuesta al tratamiento, requiriendo ajuste en la terapia antibiótica o drenaje biliar.
  • Colangitis grado III o grave: Presenta disfunción orgánica y pobre respuesta al tratamiento médico inicial.

La pancreatitis aguda biliar, causada por la impactación en la ampolla de Váter, se manifiesta con dolor en epigastrio irradiado, vómitos, shock, hiperamilasemia, hiperlipasemia, ictericia y alteraciones en el perfil hepático, requiriendo tratamiento con fluidoterapia.

Conclusiones:

Tras analizar el artículo, se destaca la importancia de comprender y reconocer las características de la litiasis biliar, así como su cuadro clínico para un diagnóstico preciso y tratamiento oportuno. Se mencionan términos técnicos de forma didáctica para facilitar el aprendizaje, diferenciando entre colecistitis crónica, colecistitis aguda, coledocolitiasis y sus potenciales complicaciones. El diagnóstico sigue basándose en el cuadro clínico y la ecografía abdominal como la prueba de elección. La colecistectomía precoz es crucial para prevenir complicaciones graves como íleo biliar, síndrome de Mirizzi, pancreatitis biliar y colangitis aguda.

Artículo escrito por la Dra. Vianey Salazar Hernández

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