Ecografía Bidimensional y Doppler en el diagnóstico y seguimiento de las complicaciones del riñón transplantado.
Éste es un artículo de revisión muy interesante, donde nos dicen que el transplante de riñón es la mejor opción terapéutica para los pacientes con IRC terminal, ya que además de reestablecer el funcionamiento renal, mejora la supervivencia y la calidad de vida. El primer transplante humano fue en 1933 por el ruso Voroney, sin embargo, el tratamiento sustitutivo se inicia en Cuba en la década de los 70s, gracias a los avances obtenidos en las últimas décadas tanto en técnicas quirúrgicas como en tratamientos inmunosupresores, las complicaciones han disminuido su incidencia.
Las complicaciones clínicas implican entre el 12 y 13%, que incluyen el rechazo al órgano transplantado, la necrosis tubular aguda y toxicidad por fármacos. Las complicaciones quirúrgicas incluyen a la estenosis ureteral, acúmulo de líquidos prerrenales y la insuficiencia vascular.
Aproximadamente del 25 al 50% de los pacientes que reciben un transplante renal de cadáver, presentan oliguria o anuria tras la intervención, por lo que se sugiere la diálisis en la primera semana después del transplante. La ecografía bidimensional con Doppler es de gran fidelidad para demostrar que la vascularización es normal, pero excluye a la trombosis arterial y la uropatía obstructiva. Si la oliguria persiste en la segunda semana, se debe descartar rechazo agudo sobreañadido a la necrosis tubular o a la nefrotoxicidad por ciclosporinas. Este rechazo es el mayor responsable del rechazo crónico después del primer año del transplante. Ecográficamente, la disfunción inicial del injerto se observa con un aumento de tamaño y de la ecogenicidad del parénquima, con pirámides prominentes y la compresión del seno renal. El Doppler permite evaluar la evolución de la necrosis tubular aguda y la respuesta al tratamiento anti rechazo.
En pacientes con dilatación del injerto renal, se puede sospechar de una uropatía obstructiva, la cual se presenta especialmente en las primeras semanas postrasplante. Ecográficamente se observa el riñón transplantado distendido y edematosos, con presencia de hidronefrosis.
Vascularmente, las principales consecuencias del transplante son estenosis y trombosis de la arteria o vena renal, los pseudoaneurismas y las fístulas arteriovenosas.
En la estenosis arterial, es hemodinámicamente significativa cuando ocurre una reducción de la luz superior a 50 % y los valores de velocidad sistólica superan los 200 cm/seg sin modificación de los índices de resistencia distales, con reducción del calibre de 50-75 %; mientras que si existe a nivel del parénquima un pulso tardío, la severidad de la estenosis probablemente alcanza 75-90 %.
La trombosis aparece por lo general en el postoperatorio inmediato con ausencia del flujo en todo el injerto o bien en parénquima isquémico si es trombosis segmentaria. Tiene patrón de inversión de flujo diastólico con perfusión arterial mantenida y aceleraciones elevadas.
Una fístula arteriovenosa se caracteriza por el flujo turbulento, la reducción del índice de resistencia en la arteria aferente (0.3-0.4), un incremento en pico sistólico ( 70-80 cm/seg) y la arterialización de la señal venosa eferente.
Las colecciones perirrenales pueden ser: Hematomas, linfocele, urinoma y absceso.
El hematoma tiende a desaparecer espontáneamente, inicialmente es hipoecogénico y ésta aumenta con la formación de fibrina dentro de las primeras 24-48 horas.
El linfocele aparece en semanas o menes, presentándose ecográficamente como una zona anecoica con frecuencia tabicada.
El urinoma se puede producir debido a la interrupción de la conexión anastomótica entre el úreter y la vejiga revelado ecográficamente en la acumulación de líquido alrededor del riñón.
El absceso se produce por la infección de cualquier tipo de colección. Ecográficamente, la superficie de contacto entre los detritos y leucocitos necróticos da la generación de contenido ecogénico desorganizado cuyos bordes pueden no distinguirse.
COMENTARIO:
Se puede ver por lo antes mencionado, que la ecografía bidimensional y Doppler para el diagnóstico y seguimiento de las complicaciones y para la evolución misma del transplante de riñón, es pieza fundamental para un manejo adecuado así como para un diagnóstico oportuno de algunas complicaciones, las cuales, aún que actualmente se encuentren avances significativos en terrenos quirúrgicos e inmunológicos, aún son presentes con frecuencia en los pacientes postoperados.
Artículo escrito por el Dr. Roberto Mora Hernández