Como se ubican los tejidos en Ultrasonografía
Si la velocidad del sonido es de 1540m/seg en los tejidos blandos, se puede calcular fácilmente el tiempo que tarda en ir y regresar una onda de ultrasonido si es reflejada a un cm de distancia, la onda de ultrasonido alcanzará 1 cm de profundidad en aprox 6.5 microsegundos y tardará otro tanto en regresar al transductor de tal manera que si una onda de ultrasonido tarda 13 microsegundos en regresar es que ha sido reflejada a 1 cm de profundidad. Supongamos que estamos realizando un examen obstétrico y que el transductor está colocado sobre el vientre materno y queremos medir el diámetro biparietal, para calcular la edad gestacional. El eco que se forma al reflejarse el ultrasonido en el hueso parietal proximal que está a 5 cms de profundidad tardara 65 microsegundos (13X5) en alcanzar la superficie del transductor. Un segundo eco alcanza al transductor después de un retardo de 65 microsegundos y un tercer eco tarda 195 microsegundos en retornar. Podemos inferir que el primer eco procede del hueso parietal cercano, en tanto que el segundo eco procede de la línea media del cráneo y finalmente el tercer eco proviene del hueso parietal distal. El retardo de los ecos permite ubicar al hueso parietal proximal a 5 cms de la piel de la paciente, el hueso parietal distal a 15 cms de profundidad y la línea media a 10 cms de distancia. La distancia que existe entre un hueso parietal y el otro es de 10 cms medida que corresponde al diámetro biparietal. Luego se confronta con una tabla de edad gestacional en función del diámetro biparietal. Así se mide la ubicación de los tejidos por el método del retardo de los ecos en ultrasonografía.
Para entender el concepto de reforzamiento posterior; supongamos que estamos analizando la glándula hepática de un paciente y aplicamos el transductor a nivel del hipocondrio derecho, las ondas del ultrasonido emitidas por el transductor viajaran a través de la glándula hepática sufriendo atenuación conforme avanzan en profundidad. Supongamos que las ondas de ultrasonido sufren una atenuación de un decibel (dB) por cada cms de profundidad a través del tejido hepático. Veremos que la intensidad de señal original es de 10 decibeles y a los 10 cms de profundidad la intensidad del sonido será de cero decibeles. En los aparatos de ultrasonografía se compensa esta atenuación por medio de un recurso que consiste en amplificar los ecos obtenidos de la profundidad., para lograr que la ecogenicidad de los tejidos sea homogénea. Ejemplo en un quiste ovárico en los primeros dos cms proximales el haz del ultrasonido sufre atenuación habitual con la correspondiente compensación de la intensidad de los ecos, sin embargo al pasar por el quiste ovárico el sonido ya no sufre más atenuación desde los 3 cms hasta los 10 cms de profundidad. Esto produce el efecto de reforzamiento posterior ya que el sonido llega a la última capa del tejido a una intensidad de 18 decibeles., el doble de la intensidad del sonido de la superficie. Si se tratara de un quiste con grasa en su interior como es el caso del teratoma ovárico, observaríamos que a pesar de que la ecogenicidad del quiste es muy baja parecida a liquido no se observa el fenómeno de reforzamiento posterior ya que la grasa atenúa al sonido prácticamente de la misma manera que lo hace el tejido blando habitual. Esto permite diferenciar un quiste con líquido en su interior y un quiste de grasa (teratoma ovárico).
Artículo escrito por el Dr. Francisco Velázquez