Síndrome de ovario poliquístico
Síndrome de ovario poliquístico
En 1935, Stein y Leventhal describieron la condición de amenorrea, obesidad y síntomas masculinizantes. En Estados Unidos, el síndrome de ovarios poliquísticos afecta a 4-5 millones de mujeres en edad reproductiva. Los criterios para su diagnóstico incluyen hiperandrogenismo, disfunción ovárica por oligo o anovulación u ovarios poliquísticos. Para confirmar la presencia de ovarios poliquísticos, se deben identificar el tamaño de los ovarios y el número de folículos. Se considera que los ovarios son poliquísticos cuando uno o ambos muestran 12 o más folículos que miden entre 2 y 9 mm de diámetro, o cuando el volumen del ovario excede los 10 cm3. También se puede diagnosticar con la presencia de 10 folículos periféricos en una sola imagen de ultrasonido. Estudios sugieren que el 23% de las mujeres en edad reproductiva presentan hallazgos de ovarios poliquísticos, pero solo el 5 al 10% experimenta síntomas clásicos asociados. Entre las características tempranas observadas en estos pacientes se encuentra el aumento en la ecogenicidad estromal, que está relacionado con el incremento del volumen ovárico.
El ultrasonido transabdominal, a diferencia del endovaginal, puede no detectar hasta un 30% de los casos de ovarios poliquísticos. Esta técnica es adecuada para pacientes que no han tenido relaciones sexuales o que prefieren evitar el ultrasonido endovaginal. Es importante que la vejiga esté llena pero no sobre distendida, ya que la compresión excesiva puede afectar la visualización de los ovarios. La exploración ultrasonográfica debe realizarse entre los días 3 y 5 de la fase folicular del ciclo menstrual. En el caso de mujeres con oligo o amenorrea, el escaneo puede llevarse a cabo entre el 3º y 5º día después de inducir un sangrado por progesterona. Es crucial considerar el uso previo de anticonceptivos orales, dado que estos pueden reducir el tamaño de los ovarios. También se debe descartar la presencia de un folículo dominante en mujeres sanas, ya que estos pueden alcanzar un tamaño de 1 cm y un volumen ovárico superior a 10 cm3, en cuyo caso se recomienda repetir el ultrasonido en el siguiente ciclo menstrual.
En la ecografía pélvica abdominal, la paciente debe estar en decúbito supino con las piernas extendidas y la vejiga completamente llena. Esto permite una mejor visualización del útero, al actuar como ventana acústica y desplazar los órganos abdominales para evitar la dispersión del haz de sonido. Para lograr que la vejiga esté adecuadamente llena, se recomienda ingerir un litro de agua una hora antes del estudio. Se utiliza un transductor convexo de alta frecuencia, generalmente de 5 MHz, y se realizan proyecciones sagitales y transversales. El tamaño y la posición central del útero facilitan su visualización y orientación, sirviendo como referencia dada la variabilidad en la posición y relación de los órganos pélvicos.
Artículo escrito por el Dr. Ernesto Román López
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