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Trauma renal

El trauma abdominal constituye una parte significativa de las cirugías en pacientes politraumatizados, representando hasta el 10% de todos los ingresos por trauma a nivel nacional. Entre las principales causas de muerte en estos pacientes se encuentran las hemorragias intraabdominales, derivadas de lesiones vasculares u órganos sólidos como el hígado, el bazo y los riñones. Es crucial identificar y tratar rápidamente estas lesiones para mejorar el pronóstico de los pacientes. Los traumas renales son frecuentemente causados por accidentes de tránsito, agresiones físicas y caídas, siendo responsables del 85-90% de los casos en Estados Unidos.

Los traumas renales suelen afectar el parénquima del riñón debido a la fuerza del impacto contra estructuras rígidas cercanas, como la columna lumbar, los músculos abdominales y las costillas inferiores. Las lesiones penetrantes, ya sea por arma blanca o de fuego, tienden a ser graves y a menudo requieren intervención quirúrgica. En particular, las lesiones que penetran la pared abdominal anterior suelen comprometer estructuras renales vitales, como el hilio, el pedículo y la pelvis, generando lesiones de gran gravedad.

El diagnóstico de los traumatismos renales en pacientes politraumatizados se basa en la sospecha clínica, que puede ser sugerida por fracturas costales inferiores, hematomas en la región torácica o lumbar, entre otros signos. La evaluación hemodinámica al ingreso es crucial, ya que determina la necesidad de estudios por imágenes. Los pacientes estables pueden someterse a estudios detallados para identificar las lesiones, mientras que aquellos inestables requieren exploración quirúrgica urgente para estabilizarlos.

Los objetivos de las imágenes en el trauma renal incluyen determinar la extensión de la lesión, identificar anomalías previas, evaluar la funcionalidad del riñón opuesto, y detectar lesiones en otros órganos. La ultrasonografía y la ecografía FAST son herramientas útiles en la evaluación inicial. La tomografía axial computarizada con contraste es el método preferido para evaluar lesiones renales, mientras que la arteriografía renal puede ser necesaria en casos específicos para intervenciones terapéuticas y diagnósticas.

La resonancia nuclear magnética brinda detalles anatómicos excelentes, aunque se reserva como segunda opción debido a limitaciones logísticas. El manejo conservador es cada vez más común en pacientes estables, permitiendo preservar la función renal y reducir el riesgo de cirugías de emergencia. El seguimiento de cerca es crucial, ya que pueden surgir complicaciones como fístulas arteriovenosas o pseudoaneurismas, que deben ser tratadas de forma oportuna para evitar complicaciones graves.

Comentario: El trauma renal es una patología común en urgencias, donde el uso de ultrasonido como herramienta diagnóstica inicial es fundamental para una rápida actuación frente a lesiones renales.

Artículo escrito por el Dr. Fabián Serano Buendía

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