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Lesiones focales hepáticas en niños

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La lesión focal hepática (LFH) se define como una formación de contenido sólido o líquido que no forma parte de la anatomía normal del hígado, la naturaleza de la LFH es muy variada, y comprende desde lesiones benignas: quistes, tumores sólidos y lesiones vasculares hasta tumores malignos: hepatocarcinoma y hepatoblastoma. Se estima que este tipo de lesiones benignas o malignas representan entre el 1% al 2% de todos los tumores pediátricos. Desde el punto de vista clínico, muchos pacientes se encuentran asintomáticos, siendo la LHF un hallazgo incidental a la ecografía, la sintomatología dependerá de la etiología, de manera general, se presenta como dolor abdominal, distensión, ictericia y alteraciones de laboratorio.

El diagnóstico se fundamenta en los hallazgos clínicos, los datos analíticos, las técnicas de imagen y con frecuencia, en el estudio histológico. No obstante, la presencia de una LHF constituye un reto en la evaluación clínica, y métodos diagnósticos no invasivos como el ultrasonido abdominal, permite detectarlas y caracterizarlas. Aunque la sensibilidad para detectar una este tipo de lesiones hepáticas con ultrasonido varía en función del tamaño, la localización o la patología hepática de base, este método proporciona datos semiológicos sugestivos de benignidad o malignidad de la lesión.

En el seguimiento del paciente y según la entidad patológica determinada, se requerirán otros métodos diagnósticos como la TAC o RM acompañado de exámenes de laboratorio específico y/o biopsia hepática.

Estudio no experimental, descriptivo y retrospectivo, basado en la revisión de 16 historias clínicas de niños con lesiones focales hepáticas que fueron atendidos en la Unidad de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica, «Dra Georgette Daoud». Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño en el periodo comprendido entre enero 2007 a enero 2012. Se excluyeron los pacientes con diagnóstico de absceso hepático.

Resultados

Un total de 16 pacientes fueron evaluados: De los cuales 11 eran varones y 5 hembras; con una edad promedio de 9,5 años. El hemangioma y los hematomas hepáticos las entidades benignas más frecuentes, 4 casos cada uno. Los niños con hemangioma hepático no tenían lesiones cutáneas, y se encontraban asintomáticos y los 4 pacientes con hematoma hepático, tenían el antecedente de trauma, 3 quistes hepáticos, 2 eran únicos y uno septado. Con respecto a las lesiones malignas, dos casos fueron hepatocarcinoma y uno hepatoblastoma.

En relación a la clínica, la mayoría de los pacientes (56,25%) se encontraban asintomáticos. Los pacientes con lesiones malignas fueron los que presentaron masa abdominal palpable, alteraciones a la palpación de hígado y dolor.

La LFH fue identificada por ecosonografía en el 100% de los pacientes. En el 56.25% fue un hallazgo incidental, a quienes se les realizó ecosonografía abdominal como parte del protocolo de evaluación de los pacientes con patología gastrointestinal que acuden a la unidad, mientras que el sugerido por las manifestaciones clínicas y la elevación en diferentes grados de las alaninotransferasas.

Por los hallazgos a la ecografía, la tomografía abdominal computarizada (TAC) con contraste fue solicitada en 9/16 para mejor caracterización de la lesión y diagnóstico diferencial. Los hallazgos a la ecografía fueron corroborados con la TAC en el 50% de los pacientes.

A 7/16 pacientes con sospecha de lesiones malignas, se les solicitó marcadores tumorales, de estos, tres casos reportó marcadores positivos: alfa-feto proteínas, CA 125, antígeno carcinoembrionario, compatibles con la neoplasia.

Con respecto a la conducta terapéutica adoptada, en los casos de lesiones benignas como el hemangioma y los quistes fue una conducta expectante. Los pacientes con hemangioma no ameritaron tratamiento con esteroide, el seguimiento fue con ecosonograma abdominal y Doppler. El manejo fue conservador en los hematomas, a 3 pacientes se les complementó la evaluación con TAC y se realizó seguimiento ecográficamente hasta su resolución. El adenoma fue detectado en paciente con glucogenosis tipo Ib y la conducta en este caso, ha sido de seguimiento con TAC de abdomen y alfa-fetoproteína con antígeno carcinoembrionario por riesgo de malignización. El lactante de 2 meses con la hiperplasia nodular focal presentó clínicamente masa abdominal, los marcadores serológicos y alfa-fetoproteína fueron negativos y se realizó exéresis quirúrgica de la lesión.

Los pacientes con lesiones malignas fueron referidos a cirugía para su resolución con previa toma de biopsia hepática.

CONCLUSION

El USG abdominal es el método de elección   para el diagnóstico y seguimiento de las lesiones focales hepáticas, mientras el origen de las mismas, guía la conducta terapéutica.

En el trabajo presentado se encontraron resultados similares a los reportados en la literatura reportándose como los hemangiomas y la hiperplasia nodular focal como las causas más frecuentes, un porcentaje equivalente al de este estudio con hematomas, adenomas y quistes así como muchos de los hallazgos fueron incidentales y los pacientes se encontraban asintomáticos.

Las lesiones fueron identificadas por USG abdominal en todos los pacientes y un porcentaje  aproximadamente del 50% ameritó tomografía con contraste.

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