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Valor de la ecografía en el diagnóstico de la hepatopatía grasa no alcohólica

Se realizó un estudio descriptivo, observacional y transversal sobre el comportamiento de la Hepatopatía Grasa no Alcohólica, de acuerdo con los grados de modificación ecográficos, atendidos en el servicio de Gastroenterología del Hospital Docente “Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso”, de Santiago de Cuba, durante los años 2006 y 2007. El universo quedó constituido por todos los pacientes que se sometieron de forma voluntaria al estudio, teniendo como premisa, que no consumieran habitualmente alcohol. Se clasificaron a los pacientes de acuerdo con los diferentes objetivos. 

Se pudo concluir que predominó la enfermedad en masculinos; el patrón ecográfico que caracterizó la fue el hiperecogénico difuso, atenuación posterior del sonido y no visualización de vasos porta para los grados mayores de modificación y la no visualización del hemidiafragma homolateral para los severos; se constató una mayor concordancia diagnóstica por ecografía abdominal que por laparoscopia. 

Introducción 
Los primeros avances en cuanto a lo que llamaran en aquel entonces vibraciones u ondas ultrasónicas, fueron llevados a cabo por los hermanos Curie en 1880, los cuales descubrieron que el cristal de cuarzo era capaz de convertir energía mecánica en energía eléctrica y viceversa. Los primeros intentos de utilizar esta propiedad del cuarzo fueron realizados en la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de localizar los submarinos enemigos, para lo cual el físico francés Langeving fabricó un dispositivo. 

Los primeros intentos de aplicación en la medicina se realizaron en Austria, en 1942, por los hermanos Dussik. Es a partir de 1950, cuando el gran desarrollo de la tecnología aporta un significativo avance al Ultrasonido Diagnóstico (US), estos son ondas sonoras de alta frecuencia (más de 20 000 ciclos por segundo ó 20 kHz). Estas ondas inaudibles para el ser humano, pueden transmitirse en haz y se utilizan para explorar los tejidos del cuerpo.

Hace un cuarto de siglo, Ludwing  describió lo que a partir de entonces se conocería como Esteatohepatitis no Alcohólica (EHNA) y que ahora sabemos que es un estadio avanzado de la llamada Hepatopatía Grasa no Alcohólica (HGNA) que puede ir desde la Esteatosis, hasta la Cirrosis y aún más allá, pues en algunos casos puede llegar al Hepatocarcinoma; posteriormente otros autores agregaron sus propias series de pacientes y gradualmente se fue conformando un perfil clínico al que se sumaron además la Hipertensión Arterial, la Hipertrigliceridemia y la Hipercolesterolemia casi de manera constante, estas características clínicas de acuerdo con el reporte del Adult Treatment Panel III (ATP III) conforman el llamado Síndrome Metabólico. Los estudios por imágenes permiten observar el infiltrado graso en el hígado.

La Tomografía Computarizada (TC) no es más sensible que la Ecografía y es más costosa. Sin embargo, puede identificar otras patologías hepáticas con mayor eficacia. La TC, la Resonancia Magnética o la Ecografía, no pueden distinguir la Esteatosis de la Esteatohepatitis.

El hígado graso es el depósito de grasa en el interior de las células del hígado. Puede suceder como consecuencia del consumo de alcohol, de ciertos medicamentos, o con la aplicación de terapias nutricionales intensivas en pacientes hospitalizados. Sin embargo, la causa más frecuente es un trastorno metabólico en el interior de las células del hígado que tienden a acumular grasa. Éste trastorno se relaciona, aunque no siempre, con otras enfermedades metabólicas: Sobrepeso, Diabetes Mellitus del adulto o aumento de los niveles de Colesterol y de Triglicéridos (grasa) en la sangre. En la actualidad, la Hepatopatía Grasa no Alcohólica (EHNA), antes denominada Esteatohepatitis no Alcohólica, se refiere a un espectro de enfermedades hepáticas que abarca desde la Esteatosis (infiltración grasa del hígado) hasta la Esteatohepatitis no Alcohólica (Esteatosis con inflamación y necrosis del hepatocito) y la Cirrosis.

El depósito graso en el hígado deriva de dos mecanismos: son transportados al hígado unido a la albúmina, luego de absorberse en el intestino, o por la lipólisis del tejido hepático, o son sintetizados dentro del hígado. Los ácidos grasos acumulados dentro del hígado pueden oxidarse dentro del hepatocito (célula hepática) o esterificarse a triglicéridos. Los triglicéridos son entonces secretados como Lipoproteínas de muy Baja Densidad (VLDL). La regulación del metabolismo de las grasas puede alterarse por el aumento de la síntesis de los ácidos grasos en el hígado, por deficiencia en la oxidación de los mismos, o por disminución de la síntesis o en la secreción de los VLDL.

Artículo escrito por la Dra. Claudia Aponte

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